Los niños
Los
corderos, las ovejas, las palomas, la sangre, el monte,
la barca, el agua, la pesca, la paloma, la serpiente, la
casa, el camino, el desierto, el vino, la luz, el tres,
el doce, los doce, el siete, el seis, el octavo día, el
primero de la semana, la boda, el esposo, la alianza,
los niños. Pongamos unos cuantos etcéteras.
Si no
aprendemos a interpretar los símbolos, las figuras;
incluso el trasfondo que hay detrás de los personajes
descritos en los evangelios, nos quedamos en la
superficie. O lo que sería peor, podemos sacar
conclusiones contrarias a lo que allí se quiso decir.
Y por
no entender los evangelios no entendemos a Jesús ni su
mensaje. Nuestra fe se empobrece y tergiversa. Corremos
el riesgo de convertirnos nosotros en el paralítico
llevado en parihuelas; o en el que se pasa la vida
esperando que venga un ángel (un confesor) que le eche a
la piscina; o en marginados por los dueños del templo; o
arrastrando la vida a medias, con una mano seca; o
atormentados en nuestra cárcel interior como la
hemorroisa.
El niño.
El
niño, el muchachito, el jovencito en la sociedad que
vivía Jesús era el símbolo, la imagen del servidor
gratis, obediente y criado para los demás. Los niños en
la sociedad de Jesús, y todavía hoy en muchos pueblos y
culturas actuales, eran los primeros para servir y los
últimos para recibir.
No
nos referirnos a las aberraciones entre los griegos, la
docta Atenas. Los jovencitos griegos (equivalentes
sociales a los que se refería Jesús) además de criados,
como en Palestina, estaban al servicio sexual de los
“platones” pensantes. Y así, mientras los sabios
diseñaban las bases del bien pensar, se servían de los
criaditos para su bien gozar.
Esa
aberración no ocurría entre el pueblo israelita. Pero
los “niños” sí eran los especializados en el servicio a
los demás.
Al
ver a estos pequeños israelitas, cuyo papel era servir a
los demás, dijo Jesús que si no nos hacemos como
aquellos niños palestinos, no entramos en la órbita de
su nueva sociedad. Jesús está trastocando el mundo, está
dando la vuelta a la tortilla, está revolucionando la
sociedad. Está poniendo en primer puesto a los últimos.
¿Vd.
cree que los discípulos entendieron esto? No parece. Se
pasaron el viaje con Jesús, camino del “golpe de estado”
en Jerusalén, discutiendo quién de ellos iba ser el
primero, después del golpe de Estado. Pedro fue siempre
el más terco, bravucón y ardoroso. Pero nunca pidió ser
el primero. Quienes intentaban los primeros puestos del
futuro gobierno eran los dos hijos de Zebedeo, Santiago
y Juan. (Mc 10,35)
En
los escombros de las colonias inglesas, y en la mayoría
del mundo subdesarrollado queda todavía hoy la infamia
de los llamados boys: criados sin estudios ni sueldo, al
servicio continuo de los jefes y dueños.
Según
Jesús, no se trata de servir a Dios. La misión es servir
a los demás. Tampoco Jesús “había venido” para ser
servido, sino para servir. Hasta el punto de que si
siendo el maestro lavaba los pies de los discípulos,
ellos tendrían que hacer lo mismo.
Toda
la iglesia de Jesús es como una convocatoria (eso
significa ecclesía) para que todos nos pongamos al
servicio de los hombres (la obra del Padre). “La iglesia
que no sirve es una iglesia que no sirve para
nada”. El signo visible, distintivo de un seguidor de
Jesús es un hombre o una mujer que siempre ayuda a los
demás, sean marginados, paralíticos, herejes, ricos,
pobres o pecadores públicos.
Trabajar por los demás, aunque sea en día de precepto:
-“Mi
Padre sigue trabajando y yo también trabajo”.
“En
vista de eso, los dirigentes trataban de matarlo.
Incluso suprimía el sábado…” (Juan 5, 18)
Así a
primera vista, ¿piensa Vd. que los creyentes cristianos,
es decir la Iglesia, como grupo de Jesús, da, damos, la
sorpresa al mundo no creyente, de que entre nosotros los
que están más arriba son precisamente los que sirven a
los que están más abajo?
Hacer
esto es proclamar el evangelio. Parece que los
“elegidos” de hoy, prefieren leer la escritura a su
antojo y más que convertirse ellos en los pequeños
servidores que describía Jesús, entonan la alabanza de
los niños tontorrones, obedientes, servidores
gordinfloncetes sonrosados que lo ponen todo en manos de
sus superiores y de Dios, convertido en un Padre de
infantes. La Iglesia se gobierna mejor con niños/as que
oyen, obedecen y maman sin rechistar la leche que les
sirve el obispo, el papa, superior o superiora.
Algo de escritura
Biblia de Jerusalén:
El
Evangelio revelado a los sencillos. (“parvuli”)
Mt
11, 25
En
aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te
bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se
las has revelado a pequeños.
Mt 18, 1
En
aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le
dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los
Cielos?» Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y
dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como
los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así
pues, quien se humille como este niño, ése es el mayor
en el Reino de los Cielos.
Nota de la Biblia de Jerusalén:
Hacerse pequeño, niño es el que se humilla, sirviendo.
El
escándalo.
Mt.18 5
«Y
el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me
recibe. Pero al que escandalice a uno de estos pequeños
que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello
una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le
hundan en lo profundo del mar.
Nota de la Biblia de Jerusalén:
“niño como este”: el hombre que se hace niño como
este.
El
joven rico.
Mateo 19, 16-22
En
esto se le acercó uno y le dijo: «Maestro, ¿qué he de
hacer de bueno para conseguir vida eterna?» Él le dijo:
«¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es
el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos». «¿Cuáles?» -le dice él. Y Jesús dijo:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a
tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Le
dice el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me
falta?» Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y
tendrás un tesoro en los cielos; luego sígueme.» Al oír
estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque
tenía muchos bienes.
Nota de la Biblia de Jerusalén:
Se
trata de un joven inmaduro.”Si quieres ser perfecto”:
esto es, un hombre logrado, adulto.
Nuevo Testamento.
Traducción de J. Mateos/L. Alonso schökel.
Mateo 11, 25
En
aquella ocasión exclamó Jesús: -Bendito seas, Padre,
Señor de cielo y tierra, porque, si has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a
la gente sencilla.
Jn
7, 48
¿Acaso ha creído en él algún magistrado o algún fariseo?
Mt
19:13
Le
acercaron entonces unos chiquillos para que les
impusiera las manos y rezra por ellos; los discípulos
les regañaban, pero Jesús dijo: -Dejad a los chiquillos,
no les impidáis que se acerquen a mí: porque sobre los
que son como ellos reina Dios.
(Los que hacen igual que ellos).
Mt.
19, 22
“el jovencito se fue entristecido.” La observancia no le
da la madurez.
“Si quieres ser un hombre logrado…” (v.21) toma
tú una decisión. Cumplir preceptos simplemente, lo puede
hacer un inmaduro.
1Cor. 1, 26-28
Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados. No hay
muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni
muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien a los
locos del mundo para confundir a los sabios. Y ha
escogido Dios a los débiles del mundo, para confundir a
los fuertes. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha
escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo
que es.
1P. 2,1-2
Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño,
hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias.
Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual
pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la
salvación, si es que habéis gustado que el Señor es
bueno.
Niño según el evangelio
1.- El que está al servicio de los demás.
2.- Lo contrario de la prepotencia y arrogancia. El
último en la mesa.
Pertenecemos y proclamamos al evangelio, si actuamos
como aquellos niños palestinos.
Próximo día:
¡Que más quisiera el poder (político, religioso) que
todos fuéramos jovencitos inmaduros cumplidores!
Luís Alemán