Grito de la tierra,
clamor de los pueblos
Los antiguos griegos ya lo habían notado: Gaya, la Tierra,
es un organismo vivo. Y somos fruto de ella, engendrados en
13,700 millones de años de evolución. Sin embargo en los
últimos 200 años no supimos cuidar de ella sino que la
convertimos en mercancía, de la que se espera obtener el
máximo lucro.
Hoy la Tierra ha perdido el 30% de su capacidad de
autorregeneración. Sólo a través de la intervención humana
podrá ser recuperada. Pero nada indica que los gobernantes
de las naciones más ricas estén conscientes de ello. Tanto
es así que sabotearon la Conferencia Ecológica de
Copenhague, en diciembre del 2009.
La
Tierra, que debe tener alguna forma de inteligencia, decidió
expresar su grito de dolor a través del volcán de Islandia,
exhalando una fumarola tóxica que impidió por varios días el
tráfico aéreo en Europa Occidental, causando un perjuicio de
US$ 10,700 millones.
En reacción al fracaso de Copenhague, Evo Morales,
presidente de Bolivia, convocó, para los días 19 al 23 de
abril, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio
Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Se esperaban
unas dos mil personas; ¡llegaron treinta mil, provenientes
de 129 países! El sistema hotelero de la ciudad de
Cochabamba colapsó y muchos debieron ser alojados en
cuarteles. Bolivia es un caso especial en el escenario
mundial.
Con 9 millones de habitantes, es el único país
plurinacional, pluricultural y pluriespiritual gobernado por
indígenas. Aymaras y quechuas tienen con la naturaleza una
relación de alteridad y complementariedad. La miran como
Pachamama, la Madre Tierra, y el Padre Cosmos.
Líderes indígenas y de movimientos sociales, especialistas
en medio ambiente y dirigentes políticos, al expresar el
clamor de los pueblos, concluyeron que la vida en el planeta
no tiene salvación si continúa esta mentalidad productivista-consumista
que degrada la naturaleza. Es inútil hablar de cambio del
clima si no se da un cambio de sistema. El capitalismo es
ontológicamente incompatible con el equilibrio ecológico.
Todas las conferencias de la reunión enfatizaron la
importancia de aprender de los pueblos indígenas,
originarios, el sumak kawsay, expresión quechua que
significa ‘vida en plenitud’. Es necesario crear ‘otros
mundos posibles’ donde se pueda vivir, no motivados por el
mito del progreso indefinido, sino con plena felicidad, en
comunión consigo, con los semejantes, con la naturaleza y
con Dios.
Hoy están amenazadas todas las formas de vida en el
planeta, incluso la humana (2/3 de la población mundial
sobreviven por debajo de la línea de pobreza) y la misma
Tierra. Evitar la anticipación del Apocalipsis exige
cuestionar los mitos de la modernidad -como mercado,
desarrollo, Estado uninacional-, todos ellos basados en la
razón instrumental.
La conferencia de Cochabamba decidió la creación de un
Tribunal Internacional de Justicia Climática, capaz de
penalizar a gobiernos y empresas responsables de la
catástrofe ambiental. Crece en todo el mundo el número de
migrantes por razones climáticas. Es necesario, pues,
conocer y combatir las causas estructurales del
calentamiento global.
Urge desmercantilizar la vida, el agua, las selvas, y
respetar los derechos de la Madre Tierra, liberándola de la
insaciable codicia del dios Mercado y de las razones de
Estado (como es el caso de la hidroeléctrica de Belo Monte,
en el Xingu, Brasil).
Los pueblos originales siempre han sido tratados por
nosotros, rostrospálidos, como enemigos del progreso. Pero
es nuestro concepto de desarrollo el que se opone a ellos e
ignora la sabiduría de quien hace de lo necesario lo
suficiente y nunca impide la reproducción de las especies
vivas. Tenemos mucho que aprender de los que poseen otros
paradigmas, otras formas de conocimiento, respetan la
diversidad de cosmovisiones, saben integrar lo humano y la
naturaleza y practican la ética de la solidaridad.
Cochabamba es ahora la capital ecológica mundial. Le sugerí
al presidente Morales que reeditase la conferencia, a
ejemplo del Foro Social Mundial, aunque manteniéndola
siempre en Bolivia, donde se lleva a cabo un proceso social
y político genuino, singular, en condiciones de señalar
alternativas a la actual crisis de la civilización
hegemónica. La próxima quedó señalada para el 2011.
Frei Betto
Adital
Traducción de J.L.Burguet