CARTA A LOS JUDÍOS
Por más que el Gobierno de Israel y todos los que lo
apoyan lo intenten, no os odiaré, hermanos judíos.
Aunque las tropas israelíes maten centenares de niños y
de personas inocentes, no desearé la muerte de vuestros
niños, ni juzgaré culpable a todo vuestro pueblo.
Aunque manchen la Franja de Gaza con la sangre de un
pueblo que también corre por mis venas, mitad árabe, no
voy a sublevarme contra ninguna etnia ni a juzgar que
hay razas mejores o con mayores derechos que otras como
quiere hacernos creer el gobierno israelí.
Aunque ahora quisiera oír también voces judías de
protesta contra la masacre de palestinos, no dejaré de
condenar a los que callaron ante el holocausto judío. Y
aunque tomen por la fuerza la tierra del pueblo árabe,
no apoyaré jamás la confiscación de los bienes del
pueblo judío como se hacía en los tiempos del gobierno
nazi.
Por más que el gobierno de Israel y todos los que lo
apoyan traicionen la tradición hebraica de los grandes
profetas que clamaban por justicia y paz, quiero seguir
manteniendo viva la esperanza de lo que ellos
anunciaran. Aunque arrojen su memoria en el cubo de los
desperdicios, hago míos los profetas del antiguo Israel
porque el anuncio de justicia no distingue credos,
naciones ni etnias.
Sé que muchos de vosotros condenáis la violencia,
no apoyáis la masacre de los árabes palestinos y
quisierais que el gobierno de Israel respetase las
decisiones de la ONU y el clamor de la comunidad
internacional por un inmediato cese del fuego. Pero,
gritad. Si no se escuchara vuestra voz se creería con
razón a aquellos que hablan mal de vuestro pueblo.
Aunque el antisemitismo sea deplorable, el silencio de
los judíos ante la masacre perpetrada por el país que
lleva la estrella de David en su bandera puede ser
utilizado para reforzar los torpes argumentos sobre
superioridad racial.
Hace más de 60 años vuestro pueblo clamaba al mundo
solidaridad. Llegó el momento de retribuir, de demostrar
que la solidaridad es un sentimiento universal y no se
halla restringida a una etnia.
No dejéis que el gobierno de Israel haga olvidar cuanto
sufristeis como víctimas, solo porque ahora está
protegido por la mayor potencia mundial, los EEUU.
No permitáis que las acciones de Israel difundan la idea
de que a pesar de las mundiales manifestaciones de
condena, su Estado cree ser el único que tiene razón,
como pensaba el gobierno alemán en tiempos del nazismo.
Estad seguros de que independientemente del resultado de
esta absurda campaña israelí y cualquiera que sea la
posición de vuestro pueblo ante esta violencia e
injusticia, no cederé a la tentación de caer en
pensamientos racistas; no borraré de mi memoria la
catástrofe nazi y el sufrimiento del pueblo judío: no
voy a pensar que hay pueblos que no merecen tener una
nación y que deben ser eliminados; no dejaré de condenar
al antisemitismo ni cualquier otro tipo de preconcepto
étnico.
Continuaré defendiendo la idea de que todos, sin
distinción, somos iguales y tenemos los mismos derechos:
judíos, negros, árabes, indios, asiáticos, etc.
Me mantendré firme en mis convicciones porque no quiero
parecerme jamás a los gobernantes de Israel y a los que
los apoyan.
Frei Betto
Traducción de Susana Merino