EL 15-M Y LA DEMOCRACIA LÍQUIDA
La Puerta del Sol, el movimiento 15-M, pierde hoy brillo
en los medios tradicionales y hasta en las redes
sociales. La victoria del PP y el hundimiento del PSOE
copan la atención. Los acampados, ahora reducidos (como
siempre) a los más entusiastas o militantes, anuncian
que seguirán una semana para articular el movimiento.
No será tarea fácil, no ya por la heterogeneidad de las
propuestas, muchas contradictorias (se me puso la carne
de gallina cuando escuché a un
indignado declarar que “lo que queremos es
que el Estado funcione como una empresa privada”), sino
por la dificultad de encontrar un nuevo modo de
organización y de proposición de medidas viables con un
potencial transformador, que susciten el acuerdo
general.
El movimiento ha sacado a la superficie la gran
indignación por la gestión de la crisis y por el modo de
hacer política. Los congregados han demostrado capacidad
de organización y espíritu cívico, pero poca cultura
institucional (¿Cómo se puede decir que se es apolítico
y proponer reformar la ley electoral?).
Conectan con los fundamentos de la democracia, pero
ignoran sus desafíos. Las asambleas sirven para
organizar un campamento de protesta, pero no para
gobernar una sociedad compleja.
Después de la
indignación, la victoria rotunda del PP no
puede traer más que más políticas neoliberales, con el
inequívoco apoyo de los votantes. La legitimidad la dan
los votos, pero sería estúpido no ver que lo que se está
gestando es un cambio cualitativo, tanto en los
objetivos como en los medios ¿Otra democracia es
posible?
La explosión del #15m demuestra que vivimos en una
sociedad en que la comunicación virtual es tan
importante como la comunicación personal o la
comunicación masiva. Las redes sociales y las
herramientas interactivas hacen posible formas de
democracia directa hasta ahora impensables.
Todas las formas de democracia -la representativa, la
directa y la participativa- se basan en la deliberación,
esto es, en la confrontación de argumentos previa a la
toma de decisiones.
En nuestra
sociedad líquida (Bauman),
inestable, en permanente cambio, la deliberación se
acelera y se convierte en
tuits de 140 caracteres que se suceden a un
ritmo endiablado. ¿Cabe una deliberación reflexiva? Con
un botón “me gusta” podemos hoy declarar la III
República y mañana restaurar la Monarquía.
El movimiento 15-M es un
movimiento líquido, pero no tiene más
remedio que buscar formas de organización y si se quiere
hasta de institucionalización.
Anuncian asambleas en los barrios. Pues no tendrán más
remedio que contar con las asociaciones de vecinos, por
muy lánguidas y envejecidas que estén. Igualmente,
tendrán que coordinarse con las organizaciones
alternativas ya existentes, con gran experiencia de
movilización.
El futuro de este movimiento puede pasar por:
Promover una
gran alianza cívica de organizaciones sociales.
Buscar
puntos de encuentro con partidos y sindicatos
Crear una
plataforma de deliberación virtual.
Fomentar la
presencia en las (limitadas) instituciones de democracia
participativa (por ejemplo, consejos escolares).
Elaborar a
través de estos procesos un programa de regeneración
democrática, a proponer a los partidos de cara a las
próximas elecciones legislativas.
Crear
mecanismos de escrutinio popular de las políticas
públicas en Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y
Estado Central.
No será una cuestión menor la de la financiación.
Cuidado con los mecenas. En eso sí que las herramientas
interactivas de captación de fondos pueden ser la
solución.
Rafael Díaz
periodismoglobal.com
(la otra mirada) 23.05.11