SABIDURÍA 7, 7-11 / HEBREOS 4, 12-13
José Enrique GalarretaSABIDURÍA 7, 7-11
Por eso pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. Y la preferí a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comparación de ella. Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena, y barro parece la plata en su presencia. La amé más que la salud y la hermosura y preferí tenerla a ella más que a la luz, porque la claridad que de ella nace no conoce noche. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos.
Recordemos que en este libro, el último del AT., escrito a finales del siglo I aC, o quizá incluso más tarde, se trata de la "Sabiduría de Salomón", aunque esto no sea más que una ficción literaria. Salomón es propuesto a Israel como modelo de Sabiduría, y en este texto se presenta como despreciador de las riquezas, que son barro ante el valor de la sabiduría. Los dos últimos versos deberían entenderse simbólicamente, puesto que ha despreciado como barro los bienes de la tierra.
La realidad fue muy distinta, porque de hecho Salomón acaparó e hizo ostentación de riquezas, mostró su grandeza con innumerables concubinas extranjeras, que acabaron dando entrada en Israel a cultos de otros dioses... Esos dos últimos versos que hemos comentado fueron la amarga realidad: su "sabiduría" le llevó a la riqueza y al alejamiento de Dios. El mito del Sabio Salomón, amado de Dios, edificador del Templo, no tiene nada que ver con la triste realidad histórica, pero ha subsistido en la literatura vetero-testamentaria.
HEBREOS 4, 12-13
Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay para ella criatura invisible: todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta.
Este pequeño texto forma parte de la gran exhortación de los capítulos 3 y 4, en que, haciendo un paralelo de Jesús con Moisés, se exhorta a escuchar la Palabra. Es un notable ejemplo de la concepción hebrea del hombre: cuerpo - alma - espíritu, sin una diferenciación muy clara entre ellos, sin identificación posible con nuestros conceptos de cuerpo y alma. La traducción que nos valdría sería "penetrante hasta lo más íntimo".
El texto por otra parte tiene una aplicación directa a cualquier tema de conversión o atención a la Palabra, puesto que no se trata de ningún cumplimiento exterior o apariencia humana, sino de "conversión del corazón", allá en lo más íntimo, donde llegan los ojos de Dios aunque quizá nuestros mismos ojos no se atrevan a llegar.
Por otra parte, el último párrafo, (todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta), muestra la típica mentalidad amenazante del AT. Para alguien que está en el Reino, que cree en Dios como Abbá, la expresión más correcta sería: "todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel que es nuestro médico, nuestro Pastor, nuestro Padre". Y así, en vez de una amenaza, el hecho de que Dios nos conozca a fondo es un alivio, un motivo de total confianza.
José Enrique Galarreta