No sé si hay alguna parábola que reúna tantos verbos activos, tanta invitación a ponerse en marcha, a abrir los ojos... Sí, voy a necesitar ayuda para convertir mi corazón de piedra...
Iba un hombre caminando hacia Jerusalén
sin mirar alrededor, con el paso apresurado
y no lo vio llegar.... no lo vió llegar...
al ladrón que le dejó herido y despojado
Y no le socorrió el "hombre de Dios"
y no le socorrió el "hombre de Ley"
sino aquel que repudiaban por ser samaritano
aquel, del que decían, que no era su hermano
CONVIÉRTEME
Y DAME UN CORAZÓN SAMARITANO
CONVIÉRTEME SEÑOR
Y DAME UN CORAZÓN SAMARITANO
SÓLO SOSTENIDO POR TU AMOR
SÓLO SOSTENIDO POR TU AMOR
Recorreré los caminos tendiendo la mano
iré cada día atento caminando
estrenaré a cada paso mi corazón restaurado
haré del prójimo mi hermano como aquel samaritano...
que le atendió, curó, consoló y alimentó
le transportó, cuidó, veló y se preocupó
y cuando vio que aquel, su hermano, estaba bien seguro
le procuró refugio, alimento y un futuro
CONVIÉRTEME
Y DAME UN CORAZÓN SAMARITANO
CONVIÉRTEME SEÑOR
Y DAME UN CORAZÓN SAMARITANO
SÓLO SOSTENIDO POR TU AMOR
SÓLO SOSTENIDO POR TU AMOR
SÓLO SOSTENIDO POR TU AMOR
SÓLO SOSTENIDO POR TU AMOR
Salomé Arricibita
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