Tras lo expuesto acerca de la seriedad del mal, González Faus concluye que es fundamental para la antropología teológica saber que el ser humano necesita ser redimido. Y propone una frase que puede parecer contradictoria, pero que es parte de la realidad dialéctica que explica al ser humano: la gracia viene de fuera y al mismo tiempo, es lo más íntimo de nosotros mismos.