“El hombre que sabe gastar y ahorrar es el más feliz, porque disfruta con ambas cosas” (Samuel Johnson)

5 de Julio. DOMINGO XIV DEL TO

Mt 11, 25-30. Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.

Quienes no hacen fructificar los bienes recibidos, aunque sea bajo el pretexto de colocarlos en un lugar seguro, terminará perdiéndolo todo, y de igual manera la comunidad eclesial debe estar alerta y vigilante para no caer en un descuido y se los roben los ladrones.

La plenitud de bienes florece siempre en cualquier estación del año, porque tratándose de tales bienes imperecederos, el reloj del tiempo no se detiene nunca.

“Las notas clásicas del comienzo sonaron en sus pensamientos y la música activó los engranajes de la máquina de su tiempo, transportándola con tanta exactitud que creyó haber regresado a la noche anterior, cuando ocurrió todo” (Pau Harrison en La casa del arpa). Otro tanto sucedió cuando en la mente sonaron los pensamientos que gritaban:

“No nos perdáis, pues si lo hiciereis alguien podría venir, y llevárselos a su casa y encerrarlos”

Joyas son que valen mucho, y sin duda alguna, estarían mejor guardadas en la mente de un banquero sensato, que nunca se cansaría de tenerlas. Las haría fructificar el ciento, como las semillas que Jesús sembró en aquel campo de tierra buena. 

Allí no podrán venir lo las urracas a robarlas, ni llevárselas una a una, a sus graneros: como buenas pesan demasiado.

Gioachino Rossini ilustró estas escenas en su ópera “La Gazza Ladra”, con una urraca que venía cada tarde a la casa de Lucía, y se posaba en su ventana y miraba a todas partes para ver si la veía alguien.

Robaba las joyas a la dueña, y se las llevaba una a una en el pico. Lucía creía que era su criada, la denunció ante los jueces y la mandaron a la cárcel. Mas finalmente se descubrió la verdad y revocada la sentencia de los jueces, a quien condenaron a la cárcel fue a la gazza ladra de Rossini.

 San Mateo dice en 6, 19-21:

“No acumuléis tesoro en la tierra, donde los roen las polillas y la carcoma, y donde los ladrones, perforando paredes, las roban.

 Acumulad tesoros en el cielo, donde la polilla no roe ni hay carcoma y donde los ladrones no abren brechas ni roban”.

“El hombre que sabe gastar y ahorrar es el más feliz, porque disfruta con ambas cosas”, Samuel Johnson, un devoto anglicano conservador y protector de los débiles.

Con lo que se cumplía perfectamente cuanto Jesús había dicho en el versículo 29: “Pues al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará aún cuanto tiene”.

 De mi libro Yo amo la tierra:

TIERRA LATIENTE

La Tierra está latiendo dentro y fuera
de mí. También debajo de mí late
en un feliz y amistoso debate
con ritmos de clarín y de bandera.

Rueda sin fin la rutilante esfera
por la senda de un celestial combate,
y sin que apenas nadie se percate
de su veloz y singular carrera.

Grácil es su rodar, y aventurera.
No existe campeón, héroe ni vate
que le prive de ser siempre la primera.

Supera con laurel cualquier embate,
venga de la más mansa o feroz fiera,
sin que nadie la copa le arrebate, 
ni se la robe

Vicente Martínez