UNA FAMILIA MÁS EN EL PUEBLO
Vicente MartínezMe sostengo con el amor de mi familia (Maya Angelou)
27 de diciembre. DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA
Una fiesta de la “Familia del Carpintero” -si es que pudiera llamarse así en aquellos tiempos- y, por igual, de todas las demás familias. En la carpintería, José atendía los múltiples encargos que los vecinos de la zona le encargaban; María atendía los quehaceres de la casa, y Jesús colaboraba con ambos, honrándoles como aconseja el Eclesiástico 3, 2. Pero de modo particular todos ellos “crecían en sabiduría y gracia a los ojos de Dios y de los hombres”.
En ella y de ella, aprendió Jesús a ser hombre entre los hombres; a incorporar, el anhelo que entona Luis Rosales:
“La espiritualidad es saber guiarse de noche
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía
De noche iremos, de noche,
que para encontrar la fuente
sólo la sed nos alumbra.”
Y así, creciendo y anhelando, eran una familia más del pueblo, que vivían dichosos porque, como canta el Salmo 127, temían al Señor y seguían sus caminos. O más bien porque amaban al Señor y no necesitaban mandamiento alguno para hacerlo. Les era suficiente reconocer que eran hijos suyos; filiación que les hacía sentirse inmersos en un espacio humano de cariño, fraternidad, respeto y acogida con todos los demás seres creados.
“Estamos en la fiesta de las familias”, dijo el Papa Francisco en Filadelfia. “La familia tiene carta de ciudadanía divina, ¿está claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza”.
Una familia más en el pueblo la de Jesús, José y María. Nada de excepcional, y menos de “Sagrada”. Una de tantas como poblaban aquella humilde aldea galilea. En el relato de su historia no hubo dogmas de inmaculadas concepciones, anuncios de ángeles gabrieles, ni concepciones y partos virginales. Y menos, Madres de Dios que luego exigen asunciones. Y sin embargo, muy digno todo ello de seguir escrito con letras de oro en los Anales de nuestra cotidiana Historia.
Dice Lucas que sus padres se “pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos”. Encontrar a Jesús no ha sido nunca cosa fácil. A María se lo anunció un ángel, y a José otro se lo dijo en sueños. Herodes, por más que preguntó, no logró hacerlo y los Magos necesitaron la guía de una estrella hasta llegar y verlo. Hoy mucha gente todavía sigue repitiendo la pregunta del poderoso y de los sabios: “¿Dónde está el rey de los judíos?”
Para el hombre del siglo XXI encontrar a Jesús en los demás es problema del que busca. Jesús está presente en ellos, como Dios está en todas las cosas. Somos un Cuerpo Místico al que todos y todo pertenecemos. Sólo nos falta creer en él, acudir al oftalmólogo, comprar gafas de amor y comprensión, y recorrer con ellas puestas las calles de la vida.
Familia tiene que ver con hijos. Con Navidad -Natividad- y el Papa identifica a todos los cristianos con lo que esta fiesta ha de significar para ellos.
MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA NAVIDAD
La Navidad suele ser una fiesta ruidosa, pero nos vendría bien un poco de silencio para oír la voz del Amor La Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma: el pino de Navidad eres tú,
Los adornos de las Navidades eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu existencia.
Las campanas de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir, pues eres también luz de Navidad cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, la alegría y la generosidad.
Los ángeles de Navidad eres tú, cuando mandas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. y la estrella de Navidad eres igualmente tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor. Eres también lo mejor de los Reyes, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quién.
La música de Navidad eres tú, cuando conquistas la armonía en ti cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano.
La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la verdad está escrita en tus manos.
Vicente Martínez