Acabo de ver la película documental “La Carta” y me quedó impresionado por la valentía del papa, uniendo fuerzas a otras voces, políticos y movimientos sociales.

Si cada obispo, cura, cristiano o político hiciésemos lo mismo o similar a lo que el papa Francisco dice y hace, seguro que el mundo cambiaba y que la casa común se hacía habitable dignamente para todas las personas de todos los países.

Necesitamos coraje. Y unir nuestras fuerzas a todos los colectivos y personas que trabajan por lo mismo. Estoy convencido de que el mundo va a cambiar, porque tenemos al frente un hombre de fe, de convicciones, de compromiso… Ojalá le sigamos y lleguemos a complicarnos la vida con acciones que transformen el mundo. Da gusto ver a un hombre que cree lo que dice, que anuncia verdades evangélicas y las cumple.

Poco a poco nos iremos uniendo personas de la periferia, con poco que perder, y nos jugaremos la vida. Necesitamos anunciar verdades humanas, comprometernos en favor de los descartados. Y eso se va consiguiendo poco a poco. Como siempre ha ocurrido, empezando por los más pequeños. Máxime ahora que contamos con uno que va al frente desde una fe profunda y desde una serie de actividades transformadoras. Muchas personas honradas y valientes se irán uniendo para provocar cambios positivos.

Es cierto que hay que empezar por arreglar nuestra casa. Y el papa Francisco lo está logrando con la siembra de una comunidad cristiana nueva. Como somos mayoría los pobres, sin duda que se va a conseguir una sociedad nueva. Hace falta valentía para compartir nuestras riquezas, facilitar un trabajo digno, crear leyes nuevas humanas y sociedades justas.

Parece que la política y la economía van por otro camino. Desde siempre, la mayor oposición a una sociedad nueva, ha sido, y es el dinero, la propiedad. Me encanta que Francisco anime siempre a organizar y repartir los bienes. Aún queda mucho. Contamos con la fe en Jesús y la organización desde el testimonio del papa.

Para llegar a esa meta, caminemos hacia una iglesia pobre, una iglesia con los pobres. Caminemos hacia una sociedad de hermanos. Si damos pasos por esos caminos, –somos muchos, todos los pobres del mundo– conseguiremos un mundo nuevo, el Reino de Dios.

Gerardo Villar