Hermanos y hermanas, el camino de Emaús nos recuerda el camino que tenemos que hacer los discípulos y nuestras comunidades de fe para reconocer la presencia de Jesús entre nosotros. Oremos.

Queremos escuchar la Palabra y compartir el Pan.

• Necesitamos una Iglesia renovada, capaz de asombrarse ante la presencia del Resucitado, que intente leer los nuevos signos de este mundo y esté dispuesta a buscar nuevos caminos para proclamar la Vida que no termina.

Queremos escuchar la Palabra y compartir el Pan.

• Deseamos que nuestras señas de identidad como discípulos de Jesús, sean una fe adulta, una vida que sirve, un compromiso con los más desfavorecidos y una acogida amorosa sin condiciones.

Queremos escuchar la Palabra y compartir el Pan.

• Buscamos en nuestras comunidades parroquiales y religiosas escuelas que favorezcan procesos de crecimiento humanos y de fe, acompañamiento en nuestras búsquedas e inquietudes.

Queremos escuchar la Palabra y compartir el Pan.

• Queremos proclamar con nuestra vida que Jesús merece la pena, que María es el SI de cada día, que el Reino es posible si nos comprometemos con un mundo humano y que humanice.

Queremos escuchar la Palabra y compartir el Pan.

• Apostamos por la familia que cuida de sus mayores, que educa en el servicio y amor al prójimo, que se implica política, social y eclesialmente con las realidades dolientes de este mundo.

Queremos escuchar la Palabra y compartir el Pan.

Padre Madre buena, que veamos a tu hijo resucitado en quien camina a nuestro lado, en la fracción del pan, en nuestra pequeña entrega de cada día, en la acogida al necesitado, en la alegría de la comunidad reunida para celebrar la Eucaristía.

Vicky Irigaray