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Libro de la biblia

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¿SIN QUE ÉL SEPA CÓMO?

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Las parábolas del evangelio, en su sencillez, son textos luminosos que pueden nutrir nuestra espiritualidad. Vamos a decir algo de la primera de las dos que nos ofrece el texto de hoy.

Le suelen llamar a este pasaje “la parábola de la semilla que crece por sí sola” porque ahí se dice que la semilla va creciendo SIN QUE EL LABRADOR SEPA CÓMO. ¿Es así? Es cierto que la semilla va prosperando cuando duerme el labrador. Dios va haciendo su obra a través de los procesos bioquímicos. Pero tengamos por cierto dos cosas: primera: la semilla y la planta trabajan las 24 horas chupando los nutrientes de la tierra. Si no lo hicieran, se perdería la planta. Y segunda: el labrador riega, escarda, aclara, abona, trabaja la tierra, etc. Sin las labores agrícolas la planta no prosperaría. O sea: el éxito de la planta pertenece a la obra creadora de Dios y a la obra concreadora de la persona.

¿Cómo trabajar hoy la semilla de la fe para que prospere? ¿Qué parte nos toca a nosotros?

· Hay que intentar salir de una fe indolente, rutinaria: de mera costumbre, de tradiciones, una actividad religiosa superficial. Es preciso meter un poco más de dinamismo y de novedad a nuestra manera de creer.

· Hay que intentar pasar de una fe sociológica a una fe de opción: estamos agradecidos a la fe que nos dieron nuestros padres, pero no podemos quedarnos ahí. Es preciso hacer opción por una fe más actualizada, más racional y más espiritual.

· Hay que salir de la mera admiración y pasar al seguimiento: porque Jesús busca, sobre todo, no admiradores, sino seguidores, gente que se remangue y haga algo por los demás, sobre todo por los débiles. Una fe sin implicación es una planta sin raíz.

La manera tradicional de vivir la fe de no pocos cristianos es la de pertenecer a una masa anónima que llamamos la parroquia. Habrá que salir de ese anonimato y dar el nombre: apuntarse a un grupo parroquial o a un voluntariado, colaborar en alguna actividad semanal o similar, ofrecerse a una pequeña colaboración siquiera temporal. Sirve de poco decir yo creo en Dios o me siento católico si eso no nos lleva a colaborar con Dios para que la vida y la fe tengan el color del evangelio.

Quizá no sea este tiempo de verano la mejor época para hacer esta clase de llamamientos. Pero dice un salmo: “Si hoy escuchas la voz del Señor, no endurezcas el corazón”. Si algo te ha dicho el evangelio y esta breve catequesis sobre cómo vivir tu fe de una manera más activa, no lo eches en saco roto. Piénsalo y de cara al nuevo curso quizá tendrías que dar un paso adelante.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

16 de junio 2024

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