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Libro de la biblia

* Cita biblica

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Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

TRÁGICO, OSCURO Y VIOLENTO

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Traer a la memoria a un hombre que es torturado y llevado a su muerte violenta, contemplar a una madre que sufre por su hijo… son recuerdos del pasado que bien reflejan algunos de los dolores más profundos de este mundo. Mirar con ojos compasivos y amorosos las situaciones de dolor más angustiantes nos abren a una realidad cósmica y universal: el dolor, el sufrimiento, la violencia, la muerte…. forman parte de la vida. No es posible minimizar su impacto.

La celebración del Viernes Santo nos adentra en esta profundidad del mal y del sufrimiento de una manera cruda y hasta desencarnada: los inocentes sufren y cargan con esta realidad. No hay culpa ni responsabilidad. Solo hay un hacerse cargo, en toda su hondura, de la realidad con todo lo que tiene de bello, bueno y verdadero y con todo lo que tiene de trágico, oscuro y violento. No hay palabras de consuelo. Hay abandono incluso de lo que parecía estar siempre allí.

Las últimas palabras de Jesús antes de su muerte, según el cuarto evangelio, son “Todo se ha cumplido” (Jn 19,30). La vida de Jesús se orientaba a “su hora”, pero esta llegaría una vez que se cumpliera todo lo que él deseaba realizar. La hora llega en el instante justo, momento de realización y plenitud de su vida como acontecimiento salvífico. Es un cierre, en su caso sumamente violento y violentado, de una vida realizada y completa (ya que todo lo deseado se cumplió). Incluso su cuerpo muerto, en el evangelio de Juan, sigue siendo fecundo: ofrece sangre y agua de su costado.

“Todo se ha cumplido”. Esta frase es un ejemplo de que, incluso frente a situaciones extrañas y extremadamente oscuras, nada detiene el devenir de una misión. Todo lo contrario, sea cual sea la realidad, el lugar propio de una misión se encuentra en la profundidad de la vida, sea esta resplandeciente u oscura, pacífica o violenta, alegre o trágica. Porque “la vida era la luz de los hombres; la luz resplandece en la oscuridad, y la oscuridad no pudo sofocarla” (Jn 1, 4-5).

 

Paula Depalma

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