CARTA A LOS REYES MAGOS
Vicente MartínezQueridos Reyes Magos:
Repasando mi correspondencia de la infancia, ha renacido en mi memoria –hoy ya histórica- el lejano recuerdo de unos sueños felices de reyes y regalos. Sueños de entonces, ahora traducidos en deseos de otros dones menos tangibles pero más enjundiosos.
Sigo creyendo en vosotros como cuando era niño aunque de distinta manera. Creo en la magia –vosotros erais magos- y creo en el poder de la fe y de la esperanza. La fe mueve montañas: bastaría tener una fe del tamaño de un grano de mostaza, como sugiere el evangelio. Un poeta visionario precristiano, llamado Virgilio, lo escribió un siglo antes en una de sus mejores obras: "Possum quia posse videntur", pueden porque creen que pueden. Y esto es lo que con mi correo os quiero pedir de todo corazón.
En mi condición de persona adulta necesito entrar periódicamente en boxes para revisar y mantener en forma las potencialidades de mi mochila biográfica y garantizar así el éxito en el apasionante viaje de la vida. Vosotros lo hicisteis también, y admiré siempre vuestra tenaz vocación de rastreadores de la Verdad. Incluso cuando, en ocasiones, la estrella de Belén desaparece bruscamente del horizonte vital.
Trataré de concretaros con la mayor precisión posible mi urgente necesidad de mejorar las relaciones personales conmigo mismo, con los otros, con el mundo entero. Y no añado con Dios porque las relaciones con Él, entiendo que son corolario de todas las demás. Es el oro de la aceptación de lo que soy y cómo soy, el incienso de la tolerancia y aprecio a mis semejantes –sus creencias, su cultura, su color-, y la mirra del respeto amoroso a mis raíces y ancestros: los reinos mineral, vegetal y animal.
Yo sé que como hombre soy una matriusca viva en cuyo interior se esconde el tesoro inestimable de cuanto existe en todo el universo. Por eso siento que en mi calidad de ser humano no podré realizarme como tal por mis propios medios. Necesito el contacto con todo lo demás –la relación- para manifestarme a mí mismo y para construirme en plena humanidad.
Vinisteis de Oriente, de acuerdo con la teoría geocéntrica de Tolomeo, y viajasteis del alba hasta el ocaso. Nosotros en cambio sabemos desde Copérnico –aunque la Iglesia, "pueblo de dura cerviz, e incircunciso de corazón y de oídos" en tantas cosas, tardó en admitirlo- que nuestro caminar es siempre hacia la aurora. Por eso el desembarco será en el amanecer: será en la VIDA.
Y para terminar, un fervoroso ruego. Borrad de mi Constitución Existencial -y de la de todos los demás, si posible fuere- el acrónimo PIB (Producto Interior Bruto) que tan pesado hace mi lento caminar, lastrado del TENER. Sustituidlo por el FIB (Felicidad Interior Bruta) de la Carta Magna del reino de Bhután, que me proporciona alas del SER. Ese SER, profundamente humano -rosa de los vientos de mi existencia- del que yo pretendo sea fiel reflejo y guía de mis actos. Jon Kabat-Zinn expresó bellamente esta apetencia, creo yo, en el título de uno de sus libros: "Wherever you go, there you are ".
Cumplid, queridos Reyes Magos, mi ardiente deseo de ser velero de espacios siderales, espíritu peregrino de todas las rutas del mar y del desierto. Un espíritu cósmico como el de vuestras majestades, siempre inquieto, siempre dispuesto a buscar. Como el de León el Africano, que dijo de sí mismo: "Soy hijo del camino, caravana es mi patria; y mi vida, la más inesperada travesía".
Vicente Martínez