LA SEÑAL DEL CRISTIANO
José Enrique GalarretaEl distintivo de los cristianos no es la Santa Cruz, prodigada en las casas, las escuelas, las plazas... La señal del cristiano es el amor fraterno. Y el amor es discreto, humilde, conocedor de su insuficiencia, no es jactancioso, no se derrama en palabras, no alardea, prefiere el silencio, pasar desapercibido, prefiere las obras a las palabras. Jesús es sabio: Jesús no quiere templos para manifestar esplendorosas adoraciones, ni sacerdotes para oficiar ritos iniciáticos, ni oraciones exteriores ostentosas, ni limosnas cara a la galería.
Jesús quiere la conversión del corazón a Dios, y esta conversión empieza por el conocimiento de Dios. Dios no es la encarnación de los poderes ocultos de la naturaleza, ni la explicación del Universo, ni el Amo-Juez justiciero. Dios es un enamorado, Dios es mamá, Dios es el Libertador, Dios es el Médico. Dios es el Creador-engendrador que sigue engendrando hijos y cuidando de ellos.
La primera conversión es convertirse a ese Dios, abandonando todos los demás, que son ídolos; convertirse es entrar en la Familia, más allá de toda ley, sentirse querido por Él, dejarse querer, instalarse en el mundo del amor y sentir íntimamente, inevitablemente, la necesidad de dar a los demás lo que tan pródigamente hemos recibido.
"En esto conocerán que sois mis discípulos" es una advertencia sobre la eficacia de nuestro apostolado. No vamos a convertir a nadie convenciéndole sino causándole admiración. No vamos a extender el reino con las armas, ni con la propaganda ni con marketing alguno; lo vamos a extender por contagio, porque el Amor es contagioso, indiscutible.
El Espíritu de Jesús es el que nos hace gritar a pleno pulmón "Abbá, Padre", el que nos hace conscientes de ser hijos, el que nos hace sentirnos hermanos, el que nos convierte a vivir en el amor fraternal, el que nos convierte en constructores del Reino. En eso se nota el más auténtico amor, la señal de los cristianos.