APOCALIPSIS 7, 9 y 14b-17
Nuevo TestamentoDespués miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo:
«Esos que están vestidos con vestiduras blancas son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero.
Por esto están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su Santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed; ya nos les molestará el sol ni bochorno alguno. Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.»
Es una visión anticipada del triunfo final, el éxito de Dios en sus hijos, la humanidad entera. En ese contexto de la descripción simbólica de la Jerusalén Celestial, se señalan especialmente los que han sufrido por el nombre de Cristo, "los que vienen de la gran tribulación" y han derramado su sangre por Cristo. Se les presenta como afortunados, se les describe como preferidos de Jesús, felices para siempre.
La Iglesia está sufriendo ya graves persecuciones. Por eso, el Apocalipsis pretende levantar la fe de los cristianos haciéndoles ver el valor y el sentido del sufrimiento y mostrándoles, simbólicamente, el éxito final.
José Enrique Galarreta, S.J.