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¡HOSANNA! ¡ALLELUIA!

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“Este es el síntoma supremo del amor: estar al lado del otro, en un contacto y proximidad profundos” (Ortega y Gasset)

20 de marzo, domingo de Ramos

Lc 19, 28-40.

Y decían: Bendito sea el rey que viene en nombre del Señor

En la Marcha nupcial de Lohengrin,el brillante sonido de las trompetas wagnerianas nos abren  generosas el disfrute de los esponsales: “¡Adelante, confiadamente acercaos al lugar donde os aguarda la bendición del amor!” El Evangelio de Lucas no presenta una entrada de carácter bélico a lo Macabeo para liberar al pueblo, ni a lo Tito para destruir el Templo. Lo que relata el evangelista no es político ni militar; no tiene carácter triunfalista: un pobre montado en un humilde asno y acompañado de la gente humilde no puede ser la estampa de las legiones de César -lábaros e insignias incluidas- o las tropas de Alejandro Magno.

Incuestionablemente la entrada de Jesús de Nazareth a Jerusalén no fue tan apoteósica como los cristianos la conmemoran. Menos hosannas, ramos de olivo y mantos por el suelo de los que el pintor y arquitecto trecentino italiano Giotto di Bondone dejó plasmados en la capilla Scrovegni de Padua. Un humilde y peludo Platero juanramoniano le acompaña. No suena el Hosanna in excelsis, de la Misa en si menor de Bachni aleluyas del Oratorio El Mesías de Händel.

No somos llaneros solitarios como el héroe superviviente Armie Hammer -película americana The Lone Ranger del director Gore Verbinski- luchando para  hacer triunfar la justicia junto a su nuevo ayudante el indio Toro y su caballo Silver. Nuestro tren no descarrila; su perenne y seguro traqueteo está bien cimentado en estructuras evangélicas de sabiduría eterna y siempre dispuesto a proclamarla a favor de los oprimidos.

No vamos solos en el viaje. El convoy va repleto de voces, roncas ya de gritar unidas, -pistones bielas y silbidos- que atruenan valles, colinas y montañas cambiando los paisajes. El profeta Isaías alienta el desafío: “Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento”(Is 50, 4). Su misión es enseñar a todos los que anden extraviados y carentes de claridad. Sobre esta cimentación estilo convoy AVE los pasajeros sienten con Ortega y Gasset que “Este es el síntoma supremo del amor: estar al lado del otro, en un contacto y proximidad profundos”.

Sienten la fuerza universal de estar todos unidos, lo que les habilita para construir ventanas que dejen salir y entrar la luz de dentro y fuera, y puertas que permitan acceder al interior y al exterior de unos y otros. Una apertura mental y de corazón que nos permite leer páginas doradas en todos los atriles del cercano y lejano universo. Que nos tolera remar sobre las olas del espacio, y pescar  sueños de estrellas a éste y al otro lado de los cielos. ¿O es quizás locura de fe ciega y vano faenar? Entonces yo me quedo pescando en esta orilla.

 

REMEROS DEL ESPACIO

-“¿Hacia dónde vais remeros
sin Norte, sin Mar, sin Guía?”

-“A pescar sueños de estrellas
al otro lado del cielo”.

-“¡Qué vano faenar
y vano empeño, marineros!”

-“No importa si lo soñamos”.

-“Es locura de fe ciega:
yo me quedo en esta orilla”.

(EN HIERRO Y EN PALABRAS. Ediciones Feadulta)

 

Vicente Martínez

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