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XABIER PIKAZA: "PARA QUE HAYA JUSTICIA TIENE QUE EXISTIR LA MISERICORDIA"

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Ayer por la tarde, en la madrileña iglesia de San Antón, la iglesia de Mensajeros de la Paz, tuvo lugar una mesa redonda, una charla cuaresmal que se inscribe en los "Encuentro de Emaús" organizados por el Padre Ángel García en su parroquia esta semana.

Famosa por sus mesas camilla, en las que el café siempre se toma humeante, en las que se parte la palabra mientras se parte el pan en el altar y se les da a los que van a buscar techo esa voz a la que también tienen derecho, San Antón invitó ayer a su mesa redonda, a su gran mesa camilla, a diversos expertos en misericordia: Antonio Díaz de Freijo, mercedario de la Asociación Karibu, amigos del pueblo africano, el propio Padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, y el teólogo X. Pikaza, que presentó a los asistentes su nuevo libro, Entrañable Dios, publicado por la editorial Verbo Divino, para el que Pagola ha escrito una valiosa introducción.

"La esperanza está en la misericordia", dijo el Padre Antonio al tomar la palabra, recordando que ayer fue, desde temprano frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, un día de denuncia del cierre de fronteras. "Alguien tendría que pedir perdón a los inmigrantes, por el maltrato que les estamos dando en Occidente", dijo al hilo de la vergonzosa actualidad: "Una niña ha muerto ahogada en Melilla, intentando cruzar, porque quieren impedir que la gente tenga acceso a una vida digna".

Por su parte, el Padre Ángel denunció que sigue habiendo políticos y naciones que creen que lo importantes es poner vallas y muros: "Hay que presionar para abrir puertas y dejar entrar a los refugiados", dijo el fundador de Mensajeros de la Paz.

Pikaza explicó qué es la misericordia en la Biblia, que es lo que explica en su libro, y lo hizo -porque eso es la misericordia- empezando por sus protagonistas: "huérfanos, viudas, marginados. Si eres extranjero, no tienes leyes. ¿No somos humanos iguales?". Esa misma pregunta se la hizo Jesús, y su respuesta fue la práctica de las obras de misericordia. "El derecho a la educación, a una casa, a comida... “Todo eso es justicia”, explicó el teólogo, “y para que haya justicia tiene que existir la misericordia”.

"Vivimos en un mundo que hace esclavos a los países mediante las deudas y el poder exclusivista de la tierra. Un mundo que no perdona las deudas, que es lo que dice el Padrenuestro", apuntó Pikaza. "La respuesta está en las obras laicas, humanas: que todos puedan comer, beber, vestirse. Leed, por favor, el Evangelio de San Mateo". Eso que se recuerda en tantas ocasiones este año, a raíz del jubileo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, fue el primer mandato de Jesús a sus seguidores: "Ofrecer sanidad al enfermo, reeducación al encarcelado...", dijo el teólogo, "tendrían que ser obras de justicia, más que de misericordia".

Denunció que la Iglesia fijó, como séptima obra de misericordia, la de enterrar a los muertos, y que "se ha vivido de ella desde entonces, de hacer funerales y cantar intenciones de oración, volviendo a dejar en el margen al preso, al enfermo, al hambriento...". Sugirió, pues, que la Iglesia de hoy tiene que desenterrarse y recuperar su misión samaritana. Ser misericordiosa, y convertirse, en consecuencia, seguidamente en una Iglesia justa. "Misericordia es actuar con entrañas, responder por dentro".

Pikaza insistió en que la Justicia de Dios no es otra que ayudar a todos, dar posibilidades a todos: "la cárcel tiene que ser escuela de humanidad para que los presos puedan aprender a vivir en libertad, y no ese lugar de castigo que es hoy la cárcel española", opinó. De la misma manera, dijo que nadie debería ser extranjero "en un país de garantías". "Que cada uno que nace pueda crecer en la vida porque le enseñan a vivir", deseó con rotundidad.

Por último, el auditorio contó con las imprevistas palabras del Padre Carlos, director de los proyectos de Mensajeros de la Paz Jordania, un sacerdote nacido en Belén que, unos años después de que el Padre Ángel metiera en su despacho una mesa para dar de comer a los niños cuando empezó la crisis económica española, abrió el suyo para algo todavía mayor: dar vivienda a dos familias refugiadas en Amán.

Procedentes de Iraq y Siria, hoy son más de cuatrocientas las familias que viven atendidas por Mensajeros de la Paz y el Padre Carlos en Jordania. Salieron de sus países huyendo de la guerra y de la obligación a la conversión, y se convirtieron, en palabras del Padre Carlos, "en los santos del siglo XXI". "Me siento privilegiado por estar a su servicio", confesó el sacerdote, "yo personalmente no tengo nada para ayudar, pero llamé al Padre Ángel y desde entonces Mensajeros ha abierto incluso una escuela para los niños refugiados, da cupones para que las familias vayan a la compra con normalidad y también hemos montado una cafetería donde pueden jugar a las cartas y tomar un té".

Tras el testimonio del Padre Carlos (la historia de la parroquia de los refugiados contada en la parroquia de los sin techo) la esperanza en todas las actitudes de misericordia pesó más que la desesperación frente al hambre y la guerra y los pecados estructurales que las producen. "Misericordia es dejarte entrar para que puedas llevar el pan a tus hijos", concluyeron los comunicadores.

 

Lucía López Alonso

Religión Digital

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